Llegada a El Chaltén y rutas de bienvenida
El viaje a El Chaltén fue cómodo, 3 horitas, que entre unas cosas y otras pasaron volando. Ya desde la carretera se divisaba a lo lejos algunos de los picos míticos como el Fitz Roy, el Cerro Torre, la Torre Egger o el pico Poicenot.
El pueblo es pequeñito y orientado al turismo de montaña. Se le conoce como la capital nacional del trekking. Todas las rutas y sendas se pueden realizar desde el mismo pueblo ya que está pegado a la montaña. Está lleno de hostels, hoteles y bares.
Al llegar pusimos rumbo al hostel y co era pronto hicimos el sendero del Chorrillo del Salto. Era una senda fácil de unos 6 km ida y vuelta.
Al final del camino se llegaba a una bonita cascada de unos 20 metros de altura. El tiempo nos daba hasta las 6 de la tarde, hora en la que se preveían lluvias y nieve hasta la mañana siguiente.
Una vez en el pueblo quedamos con Salvi y Luli, que habían llegado también, para tomar unas cervezas y picar algo. Fue una tarde genial que acabó con un buen plato de pasta para cenar en el hostel.
El día amanecía nublado pero en los pronósticos parecía que iba a abrir a partir de medio día. Hoy tocaba el sendero Fitz Roy, una caminata de unos 20 km de ida y vuelta más exigente que la del día de ayer, la cual finaliza en la Laguna de los 3, base de comienzo de ascensiones y escaladas a los diferentes picos.
Ale se encontraba mejor, así que nos pusimos en marcha al inicio del sendero, donde habíamos quedado con Salvi y Lulu para realizar la caminata juntos. El comienzo fue un poco exigente, aunque a los 2-3 km el esfuerzo disminuía hasta el último kilómetro, punto en el que realizabas un desnivel bastante alto, aumentando la dificultad considerablemente. Durante el camino se observa la línea montañosa imponente, donde se distingue la silueta del gran macizo Fitz Roy y de la aguja Poincenot.
El paisaje es realmente bello, tornándose cada vez más nevado. Impagable.
Una vez en el último kilómetro, iniciamos la subida con mucha precaución ya que el hielo en las rocas hacia casi imposible no pegarse un culetazo. Tal fue la situación, que Ale y Luli decidieron no arriesgar y esperar abajo. Salvi y Dani pusieron marcha hacia arriba con sumo cuidado y tras un tiempo considerable llegaron a la Laguna. El paisaje era espectacular. Todo estaba nevado, incluso la Laguna. El punto negativo es que los picos en ese momento no se dejaron ver, ya que estaban cubiertos por espesas nubes.
Iniciamos la bajada y daban un premio al que no rebalara. Si tuvimos cuidado en la subida, en la bajada invertimos el doble de tiempo. Vaya caídas de toda la gente por allí! Que si de culo, de frente, que si he apoyado mal la mano...los cubitos de hielo por la tarde se iban a agotar en el Chaltén... Cuando por fin conseguimos juntarnos, tomamos el almuerzo y como por arte de magia el cielo se abrió. La climatología de la Patagonia...Un espectáculo.
En el camino de vuelta, nos desviamos para visitar la Laguna Capri, otro punto imprescindible para visitar.
Así, poco a poco, llegamos al final y solo quedaban ganas para darse una buena ducha caliente en el hostel y estirar las piernas. Pero antes quedamos con nuestro amigo Hooney, que había llegado al Chaltén. El siguiente día, él ya se marchaba de Argentina. Ha sido un placer conocerle y esperamos que algún día le veamos por Madrid o él a nosotros en Seúl. ¡Todo se andará!
Así que lo dicho, nos despedimos de Hooney, hicimos unas compras y nos pusimos camino del hostel. Este había sido el último día en El Chaltén, pueblo que nos ha encantado por su belleza y posibilidades en la montaña. El siguiente día iniciaríamos el camino hacia Los Antiguos con Salvi, Luli y Cora, en la Cordelia viajera. ¡Qué ganas!