miércoles, 19 de octubre de 2022

Camino a Los Antiguos

Hacia Bajo Caracoles

Tras dejar el hostel nos dirigimos a la plaza donde habíamos quedado con Luli, Salvi y Cora para iniciar el viaje. Cargamos los bultos en la Cordelia y nos "acomodamos". Dani, en el suelo detrás y Ale, en el suelo delante. Esta vez pusimos las almohadas a modo de cojín para evitar el síndrome del culo carpeta. Así, iniciamos el viaje por la ruta 40, mítica carretera que cruza Argentina de norte a sur. 




Pensábamos que al ser una carretera importante, iba a estar en buenas condiciones pero nada más lejos de la realidad. Existen multitud de tramos de ripio (de arena y piedras sin asfaltar) que se notan mucho más si viajas en el suelo. 


Paramos en medio de la nada, en un paisaje casi desértico, a tomar un sandwich para almorzar y rápidamente nos pusimos en marcha. El objetivo era llegar a Bajo Caracoles, un pueblo a mitad de camino. Y así fue. Seguimos el trayecto hasta llegar a este pueblo/aldea fantasma, donde no había nadie por sus calles. Así que nos pusimos a buscar a alguien que nos dijera donde podíamos acampar pero había menos gente que un domingo por la mañana en Buenos Aires. Llamamos a una casa y nos abrió un señor que nos ofreció un terreno para dejar a la Cordelia y poner nuestra carpa.


¡Ya estabamos instalados! Salvi, que cocinaba muy bien, preparó una polenta con una salsa de carne que devoramos. La polenta es harina de maíz que una vez cocinada queda como un pure de patatas. 




Y poco más, nos abrigamos y nos metimos a dormir, ya que iba a ser una noche fría.


Lago Posadas




Café con leche y panecillos con dulce de leche. Qué gran desayuno! Con la panza llena, nos desviamos de la 40 hacia Lago Posadas. Nos esperaban 80 kilómetros de puro ripio, por lo que buscamos nuevas formas de acomodarnos en la Cordelia. Que si me siento en la banqueta o que si me subo a la cama... Mucho más a gusto. Cada dos por tres, algunos guanacos se cruzaban, lo que llevaba a la locura de Cora cada vez que divisaba a alguno. A si llegamos a Lago Posadas, un espectacular Lago de agua clara y verde con un bonito arco de piedra en el medio. 



Preparamos una tortilla de patata (como no) y unos bifes que habíamos comprado. Por la tarde dimos una vuelta por el Lago con sus correspondientes fotos y videos y buscamos un sitio para pasar la noche. 





El lugar elegido fue a la orilla de un pequeño río. Magnífico lugar. La pena es que empezó a llover y tuvimos que abrir el toldo de la furgo para colocar debajo la tienda y por lo menos, resguardarnos un poco de la lluvia y el viento. Después de unas buenas charlas y una sopa caliente cada mochuelo se fue a su olivo y nosotros a la carpa, para seguir nuestro camino el día siguiente.



Perito Moreno (pueblo) 

La noche había sido lluviosa pero por la mañana cesó. Y tras prepararnos y recoger los bartulos nos dirigimos de vuelta hacia la Ruta 40. Hicimos una parada para almorzar en Bajo Caracoles y seguir el camino hacia Los antiguos. Una vez llegados a Perito Moreno (no el glaciar, si no un pueblo con el mismo nombre cerca de Los Antiguos) decidimos pasar allí la noche. La ubicación fue el camping Miniraul.



Estaba regentado, como no, por Raúl, un personaje de estos que te encuentras cada cierto tiempo en la vida. El tío estaba trastornadísimo. Era poeta, escritor, y había sido policía. La ceniza del cigarro se le cayó en la lavadora que nos ayudó a poner y en el más a son que nos ofreció. Como éramos los únicos del "camping", por llamarlo así, minuto que tenía libre, minuto que allí se acoplaba contándonos sus historias. Imposible de olvidar. 


Y así se pasó la tarde. Riendo, comiendo y bebiendo. 



Después de ducharnos y cenar en el quincho (que estaba muy bien preparado) nos fuimos a dormir.



Los Antiguos


Por la mañana, y tras despedirnos de Raúl y de escuchar una de sus poesías, nos encaminamos hacia los Antiguos. Pueblo muy bonito, conocido por ser la capital Nacional de la cereza, y por el que íbamos a cruzar otra vez la frontera a Chile para recorrer la carretera austral.
Salvi iba a preparar un asado así que tras comprar lo necesario e instalarnos en el camping municipal, se puso manos a la obra. Preparó el fuego y una vez que estaban las brasas listas, colocó la carnaza. Uy que bueno.






Teníamos una pieza entera de vacío, morcilla y chinchulines (los intestinos de la vaca), especialidad argentina. Como todo lleva su tiempo, a las dos horas ya estaba listo, aunque antes ya habíamos empezado a beber fernet con cola, la bebida Argentina por excelencia. Que delicia de asado.





Bueno, Ale puso buena cara al probar los chinchulines pero comió un trozo y no más... 🤣. Por la tarde y aprovechando el buen tiempo nos fuimos al Lago Buenos Aires. Es el segundo lago más grande de Sudamérica y es compartido con Chile (que tiene el 60% del lago) que en su territorio es llamado Lago General Carreras. 
Pasamos la tarde al sol y bebiendo Fernet. Que mejor idea.



 Y después nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo y a comer un helado. Día completo y fantástico.