sábado, 22 de octubre de 2022

Carretera Austral, Chile

 


Hacia Puerto Río Tranquilo y Cuevas de mármol

En el día de hoy volvíamos a cruzar la frontera por Los Antiguos hasta Chile Chico para recorrer 400 km por la carretera austral hasta Puerto Río Tranquilo, donde íbamos a visitar las Cuevas de Mármol. El siguiente día, Salvi y Luli tenían que conducir de vuelta por el mismo camino y entrar Argentina por el mismo paso fronterizo, ya que el pasaporte veterinario de Cora, solo le permita estar hasta ese día en territorio chileno. 


El viaje hasta Puerto Rio Tranquilo fue horroroso. La carretera austral no está pavimentada en muchos trayectos y tardamos 8 horas de baches y traqueteo. 

Eso sí, los paisajes empezaban a avisar de lo que iba a ser la carretera austral, un auténtico espectáculo. 

Una vez en destino reservamos el tour de las cuevas con una de las muchas empresas que ofrecen esta excursión. Y resultó que nos tocó con un "guía" , Jairo, que le gustaban ese tipo de sustancias que se esnifan por la nariz. ¡Cómo iba el bichoo! ¡Siuuuu! 

Lo dicho que nos subimos al bote y nos dirigimos a las cuevas. El paisaje con las montañas y navegando por el Lago General Carreras era impresionante. 




Las cuevas de mármol, han sido esculpidas por el agua durante miles de años, formando pasarelas y formas en un mármol único en el mundo. 








Otro de los puntos a destacar es la catedral de mármol, una imponente pared que ha sido emplazamiento de exhibiciones de psicobloc (escalada en roca con caída al mar) de Red Bull. Los hermanos Pou y alguno más estuvieron por aquí. 


La joya de la corona de la visita es la Capilla de Mármol, una piedra enorme que se adentra en el agua que te deja boquiabierto. 




Nos encantó esta excursión, aunque con el sol al medio día, los colores y el reflejo del mármol hubieran sido otro nivel. 




De vuelta a tierra, buscamos un camping para pasar la noche, el Bellavista, ya que Salvi y Luli pernoctarían en la playa. Y para finalizar el día nos comimos una buena hamburguesa que nos daría fuerzas para lo que venía en los próximos días. 



Camino a Coyhaique

Amaneció un día bastante gris y con mucho viento. En cualquier momento podía empezar a caer agua. Lo mejor para moverte a dedo por la poco transitada carretera austral. Desayunamos con Luli y Salvi y nos despedimos ya que ellos volvían a Argentina por el mismo camino. 


Así que dicho y hecho, nos colocamos a la salida del pueblo con nuestro dedo preparado para intentar llegar a Coyhaique. No pasaron ni 20 minutos y ya nos había levantado una pareja de Barcelona. Eran Josep y Ana, que andaban recorriendo Chile. Pasamos un gran rato hablando de multitud de cosas. Nos llevarían a Villa Cerro ya que ellos pasaban la noche allí. 

También decidimos entrar al muro de las manos con ellos. Se trataba de un sendero que conducía a un muro con una serie de pinturas de manos con más de 3000 años de antigüedad. 




Una vez acabada la visita, nos colocamos a la salida del pueblo para seguir avanzando kilómetros. Poco después nos levanto una chica, esquiladora profesional de ovejas, que nos llevó 8 kilómetros más. Cualquier km se agradece. 


Y allí, en medio de la nada, seguimos esperando. A los 15 minutos una familia pasó con su camioneta. Iban a Coyhaique a 100km."No nos queda sitio que llevamos a los tres niños, si queréis en la caja... " Así que en la caja fuimos. La verdad, no es lo más seguro viajar en la caja de una camioneta, pero la experiencia que vivimos fue grandiosa... Además, fabricaban cerveza artesanal y nos regaló una para que la probásemos. ¡Estaba espectacular! ¡Muchas gracias por el trayecto! 









Objetivo cumplido, habíamos llegado a Coyhaique tras 3 coches y casi trescientos kilómetros. 

Tocaba ahora buscar alojamiento. Intentamos en varios camping pero sólo aceptaban efectivo... Vaya por dios. Así que solicitamos un couch surfing de última hora y... Luciano nos aceptó. Fuimos a buscarle a su trabajo y de ahí a su casa. Luciano era un tío de p*** madre. Simpático, buena gente y con el que se podía hablar de muchas cosas. Nos llevó a dar una vuelta por el pueblo y a tomar unas cervezas.







La sorpresa fue que el tenía planes con su "polola" y no iba a estar en casa, con lo que nos dio las llaves y nos dijo: "como si fuera su casa". No podemos más que agradecer a Luciano su hospitalidad y confianza. Compartimos poco tiempo, pero de calidad. 

La casa era pequeña, muy bonita y acogedora. Nos preparamos la cena y nos fuimos directos a la cama.


Destino: Puyuhuapi




Por la mañana recogimos las mochila y nos despedimos de Coyhaique.Nos acompañó nuestro amigo perruno hasta la salida del pueblo. Nos dio pena despedirnos pero... nos levantó Juan, un hombre jubilado que iba a hacer unas gestiones de jubilados al siguiente pueblo. Nos hizo de guía turístico de algunos sitios, porque tenía tiempo de sobra. Al ser jubilado...Muchas gracias Juan! 








Nos dejó en un cruce con la carretera austral en el que pasaban uno o ningún coche. Además empezó a llover...lo mejor para hacer dedo. Nos costó un poco más que nos levantaran pero por fin apareció Bastián que nos llevó a Villa Mañiguelas. Hoy se estaba dando peor de lo esperado...estuvimos casi dos horas allí. 



Por fin, Cata y su chico, que estaban recorriendo el sur de Chile, nos levantaron. Pudimos disfrutar del paisaje y parar en muchos miradores. 









En uno de ellos, la pareja volvía para atrás. Era un lugar de subida a una montaña en el que a esas horas (6 de la tarde) no pasaban muchos coches... Cuando estabamos sacando las mochilas apareció un coche...no se ha visto una carrera tan rápida desde los tiempos de Bolt, y encima cargados. Hubo suerte. Nos vio y nos levantó. Fernando se llamaba. ¡Grande! Era un tio majo que además pasaba por nuestro destino, Puyuhuapi, un pequeño pueblo a orillas de un fiordo. Estos días estábamos flipando con la carretera austral. Pura Patagonia. Puede ser que sea lo que más nos haya gustado del viaje hasta el momento. 




Luciano, el chico que nos había alojado en Coyhaique, nos había dado un contacto de un hombre que tenía un hotel en Puyuhuapi. También nos avisó: " No habléis con él de política "

Llegamos allí y era un hotel que ya no estaba en funcionamiento. El hombre era el señor Friederman. Un tipo raro que tras unos minutos de charla soltó: "Acá en Chile no hubo dictadura, si no un gobierno militar. Necesitaríamos ahora un Francisco Franco". Ale golpeaba a Dani por debajo de la mesa... Con todo y con eso nos ofreció pasar la noche gratis por un paquete de café molido. Así que allí nos alojamos, con más frío que una llave, en un hotel en el que no había ni gente ni agua caliente. ¡Toda una experiencia!



Parque Nacional de Queulat y llegada a Futaleufú

Nos levantamos bien prontito y con mucho frío para estar a las 8 a la salida del pueblo. Hoy el destino era el parque Nacional de Queulat para realizar alguna de sus caminatas. Estuvimos más de una hora esperando a que alguien nos levantara con Josh, un chico de Ohio que iba al mismo lugar. 


Al ver que se nos pasaba el día,tuvimos que pagar a un transfer para que nos acercara. Una vez en el parque realizamos el trekking del ventisquero colgante, el cual te llevaba al mirador del Ventisquero Colgante (la casualidad otra vez) después de una subida de 3,5 km. Al llegar arriba te encuentras con esa maravilla de glaciar que cae colgado entre montañas. 








Hace unos meses sufrió un enorme desprendimiento (salió en las noticias de España). Este glaciar tenía una longitud de 14 km, ahora sólo mide 3...en unos años desaparecerá. Es una señal del retroceso de los glaciares y del calentamiento global. 

Pudimos observar en directo el desprendimiento de un trozo pequeño. Es impactante el trueno que provocó, como si estuvieras en medio de una tormenta. 


Tras la bajada hicimos varias sendas más y decidimos empezar a hacer dedo ya que el objetivo de hoy era llegar a Futaleufú, último pueblo antes de cruzar la frontera a Argentina. Josh volvía a Puyuhuapi. Así que tras esperar dos horas y pico, dos hombres que volvían a Santiago por la carretera austral nos levantaron. Josh bajó en Puyuhuapi y nosotros viajamos hasta Villa Santa Lucía, donde nos teníamos que desviar hacia Futaleufú. Como eran las 6 de la tarde y justo salía un bus a las 6 hacia Futaleufú, decidimos cogerlo. Así somos de locos. Dos horas más tarde por un camino de ripio, llegamos a destino.




Buscamos un hostel donde pasar la noche. Hostel El Campesino fue el elegido. Vamos a decirlo claro: era un truño de hostel, tan grande como las montañas que nos hemos ido encontrando durante el recorrido de estos días en la Patagonia chilena. 

Como hemos ido diciendo, nos vamos de este lugar maravillados por la belleza de cada uno de sus paisajes y por la cercanía, bondad y generosidad de la gente que nos hemos ido cruzando.